14 de diciembre de 2013

Rafael de la Concepción. El arte olvidado de la marquetería

Chamberí. Pintura de Rafael de la Concepción. La escena representa la calle de Santa Engracia en un atardecer desde Luchana hasta la calle Santa Feliciana.



Rafael de la Concepción es un personaje poco amigo de los escaparates y de la promoción. Es un artista enamorado de su trabajo y de los ritos que la creación conlleva. Aunque ha desarrollado una carrera exitosa con exposiciones en muchos países y cuya obra figura en colecciones particulares y museos, el sigue prefiriendo el trato directo con sus clientes y huye de ser representado por galeristas y marchantes. Eso ha hecho que su nombre no luzca demasiado en los mass media y en las revistas de arte.

Formado como escultor en Bellas Artes de San Fernando su obra ha girado permanentemente hacia el descubrimiento de técnicas y de formas expresivas realistas pero sin despreciar la experimentación de vanguardia cuando ello convenía.

Muy influido por la devoción a su padre, uno de los artesanos mas brillantes de la marquetería española, ha rendido culto a esa vieja técnica. El juego de los colores, las texturas y las formas que puede adoptar la chapa de madera se convierte para Rafael en un sutil juego de memoria, de creatividad y de capacidad artesana.

Memoria para reconocer la gama de chapas de madera, muchas de ellas centenarias, que ha ido adquiriendo a lo largo de toda una vida. Más de cien especies distintas de madera cortadas en finas láminas componen su colección de materias primas vitales para el arte. Desde las mas sencillas y accesibles como el cerezo, el roble o el limoncillo hasta las especies mas exóticas como el palosanto de Rio, el ébano de Macasar o de Gabón. Recordar sus texturas, sus precisos colores y la variedad de las vetas y hacer este ejercicio de memoria constituye todo un proceso de lucha constante a favor de la obra que en cada momento desarrolle. A veces le convendrá un uso plano de la materia. En otras ideará un volumen inventado, una geometría del espacio y de la forma. Pero siempre al servicio del proyecto.

Descanso del deportista, detalle. Obra en marquetería.


Creatividad en los temas a ensayar. Paisaje, retrato, bodegón. Eso es lo de menos. Rafael es un observador de la naturaleza y un verdadero obseso de la fugacidad de la luz. Cuando la madera no es suficiente para que la obra de arte fructifique no duda en utilizar la pintura y otras formas plásticas. El uso de  técnicas mixtas le ha educado en el respeto a todas y cada una de ellas. Es por lo tanto un pintor consumado, un tallista de gran oficio y un maestro de la marquetería.

No son obras sencillas de acabado. Las técnicas que emplea, entre las cuales además de la marquetería merece la pena destacar la pintura sobre hule con tintas serigráficas, exigen una enorme precisión y un proceso de manufactura altamente artesanal. El silencio de su estudio, las horas esperando el resultado de un prensado, le convierten en un artista de la vieja escuela, con esa paciencia oriental que forjaba el espíritu de los artistas medievales y renacentistas.

Rafael es vecino de Chamberí desde hace muchos años. Vive y tiene su estudio en su casa de Santa Engracia y desde sus balcones se permite el lujo pagano de contemplar los atardeceres de nuestra ciudad. Cree que las circunstancias de la vida le llevarán a trasladar su residencia fuera de Madrid. Sería una perdida para nuestro distrito. Dedica parte de su tiempo a transmitir los viejos secretos del arte de la marquetería a amigos que le visitan para observar como trabaja.

Rafael de la Concepción


Creo que toca ya que los vecinos de Chamberí le demostremos nuestro cariño. Hago un llamamiento a coleccionistas, amigos del arte e inversores para comprar obras suyas que tiene a la venta a través de su página web.

6 de diciembre de 2013

Un olvidado vecino de la glorieta de Quevedo. Don Julio Cejador


Tiene que tener uno muy buena vista para alcanzar a ver- misteriosamente la placa está a la altura de la 3ª planta, y a leer, una pequeña placa de marmol colocada, posiblemente en los años 30, en la Glorieta de Quevedo número 8. En la esquina con la acera de los impares de Bravo Murillo. En una preciosa casa de estilo modernista que ya tiene sus años y que se conserva airosa y elegante en un espacio como el de Quevedo muy dañado por el paso del tiempo.

Era este Julio Cejador un erudito aragonés que levantaba pasiones en los primeros compases del siglo XX. Jesuita durante su juventud, estudió lenguas antiguas en Oriente y como filólogo mantenía tesis revolucionarias en la época tales como que el idioma vasco era la continuación de la vieja lengua ibérica. Odiado por otros filólogos conteporáneos como Astrana Marín el caso es que su teoría apenas tuvo seguidores en su momento y menos ahora por lo que parece.

Nuestro vecino, fallecido en 1927, también mantuvo actividad como creador literario pero con escaso éxito. Parece que escribió un libro de memorias pero no logro encontrar referencias al mismo.


19 de noviembre de 2013

La fiebre del oro

Foto tomada esta misma mañana en la esquina de Santa Feliciana con la Plaza de Olavide

Tiene razón el señor Botín. El dinero está llegando a espuertas. Inversores codiciosos aguardan en la puerta de los bancos españoles dispuestos a entregar fortunas. Las agencias de venta de pisos tienen colas en sus puertas. Y los comercios rebosan de una clientela ansiosa por comprar los últimos gadgets de moda, el coche mas molón y la ropa mas sofisticada. Los buñuelos de Todos los Santos se rellenan de trufa blanca y los turrones mas caros del mundo han desaparecido de los estantes.

Y en mi barrio, las bicicletas ya se encargan de oro. Michelin no sabe como atender la demanda de neumáticos macizos del noble mineral que les llega desde sus concesionarios españoles.

Hasta aquí llegaron las aguas.

A partir de ahora lujo y champán. Barra libre para todos. Ya era hora.

11 de noviembre de 2013

MADRID. PATRIMONIO EN ALERTA ROJA

Cartel anunciador de la Jornadas PATRIMONIO EN ALERTA ROJA




Me contaba un viejo maestro de obras de La Granja que la herramienta mas útil para un albañil era la escoba y la mas odiada la piqueta. Con la escoba se entregan limpias las obras a sus futuros ocupantes y con la piqueta terminaba la vida útil de un edificio.

En Madrid faltan escobas, en días como hoy parece hasta un chiste decir esto, y sobran piquetas. Es por eso que unos esforzados amantes de nuestra ciudad se conjuraron en 2009 para traer a nuestra ciudad el espíritu crítico necesario para aportar luz y sentido común a la locura especulativa que por aquellos tiempos se asentaba en nuestra ciudad. 

Una serie de colectivos culturales, cívicos y sociales formaron una asociación con el nombre de MADRID, CIUDADANÍA Y PATRIMONIO que nacía “con la intención de defender y promover el Patrimonio Histórico, Artístico, Cultural y Natural de Madrid, en un sentido temporalmente amplio que abarque desde el legado del pasado lejano al de la modernidad.” A trancas y barrancas MCYP ha desarrollado una brillante labor de denuncia de las barbaridades arquitectónicas que se producen en la ciudad y lo ha hecho muchas veces de la mano del movimiento ciudadano y enfrentados a todo tipo de poderes económicos y políticos que vienen declarando a Madrid como ciudad abierta…para el pillaje, la demolición y los negocios como principal motor de desarrollo. 

Alberto Tellería y Vicente Patón, promotores de las Jornadas Patrimonio en Alerta Roja.

Su labor, muchas veces silenciada por una prensa dócil al poder, merece el agradecimiento de los madrileños por encima de clases o de ideología pues al servicio de todos trabajan los arquitectos, arqueólogos, abogados y otros profesionales que forman la estructura cotidiana de la asociación.
Hoy como preámbulo a la celebración de las Jornadas conmemorativas en nuestra ciudad del Día Internacional del Patrimonio Mundial y cuyo programa mas detallado lo tienen ustedes en su página web han organizado una pequeña excursión en autobús para los medios informativos, especialmente para los blogs de temática madrileña, en la que han dado a conocer- de manera brillante y apasionada- aquellos casos de abandono y desidia mas ostentosos y estentóreos- u ostentóreos como en feliz hallazgo diría Jesús Gil- de edificios históricos en los que las administraciones públicas tendrían mucho que decir por razón de sus valores patrimoniales, históricos y monumentales y en los que sin embargo la voz de los poderes públicos se muestra sorda y neutra, en el mejor de los casos o abiertamente entonada en sentido contrario a los intereses de nuestra ciudad.

No es el caso extenderme en ese catálogo de despropósitos como los que denuncian nuestros amigos de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio pero si de permitirme reproducir los textos y algunas fotos facilitados por Madrid Ciudadanía y Patrimonio pues nunca viene de más distribuir y dar a conocer los trabajos que desarrollan en beneficio de la comunidad. Ojalá en 1974 una imposible organización- en aquellos tiempos remotos de la dictadura- como MCyP hubiera existido para salvar nuestro mercado de Olavide. 

Insisto, por tanto, que los textos y fotos que van a continuación pertenecen o están recogidos por Madrid, Ciudadanía y Patrimonio.

1.  Frontón Beti-Jai. Calle Marqués de Riscal
Construido en 1893‐94, se trata de uno de los edificios de espectáculos deportivos profesionales más antiguos del mundo, y el único ejemplar de frontón “industrial” de esa época conservado en España. Es una obra de extraordinario valor histórico y artístico diseñada por el arquitecto laredano Joaquín Rucoba (autor asimismo del mercado de las Atarazanas y la plaza de toros de la Malagueta en Málaga, y del Ayuntamiento y el Teatro Arriaga en Bilbao), que se conserva casi intacta, pues nunca fue actualizada tras abandonarse la actividad para la que estaba prevista, pudiendo reponerse sin dificultad los escasos elementos dañados o desaparecidos. Declarado B.I.C. en 2011, está pendiente de un interminable proceso de expropiación municipal y sufre un constante deterioro sin que las autoridades ejerciten su potestad para imponer el deber de conservación a los propietarios, ni los suplan mediante la acción sustitutoria.
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2.  Palacio de Ustáriz. Mejía de Lequerica, Beneficiencia. Muy cerca de Santa Bárbara.
Es un valioso palacio del siglo XVIII, que conserva extraordinarios interiores, con una gran escalinata de tiro único, rodeada por una galería que da paso a una espléndida enfilade de salones decorados con elegantes yeserías decimonónicas. Hace años se inició un discutible proyecto de ampliación y reforma para convertirlo en hotel, que supuso el derribo del cuerpo de caballerizas hacia la calle de Mejía Lequerica y el recrecido de la fachada para sacar otra planta bajo una nueva cubierta, y que se interrumpió por estar la propiedad implicada en la trama del caso Malaya. Tras sufrir un año de abandono sin tejado y sometido a las inclemencias de la nieve y la lluvia, se realizó la actual cubierta provisional, estando cerrado desde entonces. El jardín, que fue un frondoso vergel, ha sufrido una total degradación y sólo se conservan unos pocos árboles en lamentable estado.



3. Jardines de Pedro de Ribera. Plaza y calle de Barceló.
Los jardines de Pablo Iglesias se trazan en 1927 en la trasera del antiguo Hospicio, cuya crujía delantera, patio y capilla se conservaron para acoger el Museo Municipal, derribándose el resto para crear un inmenso solar donde construir además un nuevo grupo escolar ‐también llamado de Pablo Iglesias‐ obra de los arquitectos Antonio Flórez y Bernardo Giner de los Ríos, que fue inaugurado el 11 de febrero de 1933 por Niceto Alcalá Zamora. En 1932 se instala en los jardines una piscina infantil, y en 1941, tras la Guerra Civil, se traslada a este lugar la Fuente de la Fama, construida hacia 1730 para Antón Martín por el arquitecto Pedro de Ribera, autor asimismo del Hospicio, en cuyo honor se rebautizaron los jardines.
El 30 de junio de 1956 se inaugura tras el colegio el mercado municipal de Barceló, obra del arquitecto José Luis Sanz Magallón que presentaba la singularidad de utilizar un singular ladrillo patentado por el arquitecto Miguel Fisac. Por último, en 1967 se instala aquí el monumento a Mesonero Romanos realizado por el escultor Miguel Blay e inaugurado en 1915 en el Paseo de Recoletos, que sólo dos años después, en 1969, tuvo que ser nuevamente desmontado para permitir la construcción del aparcamiento subterráneo bajo los jardines, siendo reinstalado en 1971. La discutible necesidad de renovación del mercado (que acogerá un centro comercial al modo del cercano de San Antón) con la acertada dotación de un nuevo polideportivo, según proyecto de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, supuso la necesidad de levantar una instalación provisional para acoger los puestos subsistentes en el antiguo, que se realizó mediante una construcción costosa y espectacular cuyo derribo ahora se cuestiona, amenazando la recuperación de una de las escasas zonas verdes del barrio.
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4. Museo Municipal y verja. Calle Fuencarral enfrente del Tribunal de Cuentas.
El antiguo Hospicio de Madrid, obra maestra levantada entre 1720 y 1725 por el gran arquitecto churrigueresco Pedro de Ribera, restaurado por Luis Bellido entre 1924 y 1929 para acoger el nuevo Museo Municipal, y rehabilitado a partir de 2002 por Juan Pablo Rodríguez Frade, permanece cerrado desde el comienzo de las obras en 2005, sin que a día de hoy se anuncie fecha para su reapertura, cuando se trata de una institución clave para conocer y apreciar la historia y el patrimonio madrileño.
Entre tanto se ha “encerrado” su fachada tras una tupida reja que impide valorar precisamente aquello que pretende proteger, pues ya no hay manera de ver toda la fachada en su conjunto.
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5. Corredera de San Pablo 20.
Se trata de un conjunto de edificios construidos entre los siglos XVII y XIX con fachadas a las calles de Corredera Baja de San Pablo, nº 20, y Barco, nº 39, que pasaron entre 1750 y 1765 a pertenecer a la Orden de Malta, cuyo escudo coronado preside la portada hacia la Corredera, siendo conocido popularmente como “el hospitalillo”, quizás en referencia a algún uso sanitario no documentado. Tras la desamortización de bienes eclesiásticos fue reconvertido al uso residencial, contando entre sus habitantes a Ana Ruiz, madre de Antonio Machado, que se mudó a este inmueble en 1909. En 1991 fue adquirido por el Ayuntamiento por su valor histórico‐artístico y para compensar el déficit de dotaciones en el barrio, desalojando progresivamente hasta 2008 a las entidades y particulares que lo ocupaban, para al final ponerlo infructuosamente a la venta al año siguiente. Mientras tanto, el edificio permanece abandonado y degradándose a pesar de sus valores como muestra extraordinaria de una tipología original del siglo XVII de la que ya quedan escasos ejemplos en la capital; sin que el consistorio atienda a la propuesta efectuada por un colectivo de ciudadanos y profesionales para restaurar el conjunto mediante un proyecto de autogestión que lo pondría al servicio público.
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6. Cine Capitol. Gran Vía.
El edificio Carrión o Capitol, como es comúnmente llamado, fue construido por los arquitectos Luis Martínez‐Feduchi y Vicente Eced entre 1931 y 1933, siendo inmediatamente reconocido como una obra maestra absoluta de la arquitectura moderna madrileña, a caballo entre el racionalismo expresionista de raíz germánica y el Art Déco, por lo que ya en 1934 mereció una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes a pesar de su novedad estilística frente al academicismo todavía imperante, colocándose en diciembre una placa en honor de Enrique Carrión por “haber dotado a Madrid del soberbio edificio de su nombre”. Sin embargo, con los años su hermosa fachada quedó completamente desfigurada tras una maraña de rótulos de neón que aprovechaban su ventajosa posición en proa dominando la Gran Vía, y de la que sólo se liberó en tiempos recientes. Paradójicamente, esta invasión publicitaria amenaza nuevamente al edificio (aunque ahora mediante pantallas luminosas de LED’s), pues el Ayuntamiento es favorable a permitir su instalación, mientras que la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid retrasa indefinidamente el proceso para su incoación como Bien de Interés Cultural, que fue solicitado por el COAM (Colegio de Arquitectos de Madrid).
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7. Plaza de Callao
Al igual que el vecino edificio Capitol, la plaza del Callao se ve amenazada por la autorización para instalar pantallas luminosas en los edificios de la FNAC y El Corte Inglés, obras respectivas de los prestigiosos arquitectos Luis Gutiérrez Soto, y Luis Iglesias y Antonio Perpiñá con la colaboración de Javier Feduchi para la decoración interior, y que vendrían a sumarse a las ya instaladas en el vecino Cine Callao, obra maestra Art Déco muy maltratada, también de Gutiérrez Soto. Estas pantallas no sólo degradan la imagen arquitectónica de la ciudad, sino que coartan el derecho de los ciudadanos a disfrutar libremente del espacio público, pues con su continuo movimiento atraen su atención incluso contra su voluntad, pudiendo incluirse dentro de la creciente tendencia a privatizar lo que es de todos, en este caso un paisaje urbano de carácter histórico.
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8. Palacio de la Música. Gran Vía.
El Palacio de la Música fue construido entre 1924 y 1928 por el arquitecto Secundino Zuazo como sala para espectáculos, principalmente musicales como su nombre indica; siendo desde su inauguración unánimemente alabado por crítica y público por sus valores artísticos y arquitectónicos. Reformado tras un incendio, terminó siendo dedicado casi exclusivamente a proyecciones cinematográficas, por lo que fue muy bien acogida la propuesta de Cajamadrid de comprarlo para recuperar su uso original como sala de conciertos, dada la carencia de instalaciones de este tipo que presenta nuestra ciudad. Sin embargo, la escandalosa crisis hipotecaria y bancaria amenaza este objetivo, pues Bankia (la antigua Cajamadrid) ha decidido poner a la venta el edificio, que podría terminar acogiendo la tienda insignia de alguna conocida marca de moda, en total disonancia con la tipología del inmueble, que por su traza sólo debería admitir su uso para espectáculos, y con su inicial destino cultural. A instancias del ciudadano Fran Hernández y con el apoyo de varias entidades culturales entre las que se encuentra Madrid, Ciudadanía y Patrimonio se ha solicitado la incoación BIC del inmueble sin que hasta el momento haya habido ninguna respuesta de la Dirección General de Patrimonio, en tanto que el Ayuntamiento ha dado su aprobación para sustituir el uso cultural por el comercial, lo que supone una amenaza de destrucción de esta magnífica sala.
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9. Operación Canalejas.
Se trata de un conjunto de siete edificios enclavados entre las calles de Alcalá, Sevilla, plaza de Canalejas y Carrera de San Jerónimo, amenazados por un proyecto de transformación que pretende unificarlos en un único inmueble de uso comercial y hotelero. Cronológicamente, el primero fue levantado entre 1887 y 1891 por la aseguradora norteamericana Equitable como sede de su filial La Equitativa, combinando oficinas, comercio y viviendas según un proyecto del arquitecto catalán José Grases (condiscípulo de Gaudí y autor de hitos de la arquitectura madrileña como el modernista palacio Longoria ‐hoy sede de la SGAE‐ o el monumento a Alfonso XII en el Retiro), que supo aprovechar su espectacular posición en proa entre las calles de Sevilla y Alcalá para crear una obra emblemática, tanto por su traza como por su calidad constructiva y material. Entre 1920 y 1922 fue remodelado por el arquitecto Joaquín Saldaña (máximo representante de la arquitectura aristocrática del reinado de Alfonso XIII, con obras tan singulares como el palacio de la condesa de Adanero de la calle de Santa Engracia), para convertirlo en sede del Banco Español de Crédito, eliminando los locales comerciales y aquellos elementos decorativos característicos de la anterior empresa propietaria. Veinte años más tarde, entre 1942 y 1945, fue remodelado por los arquitectos Javier Barroso y Fernando Cánovas del Castillo, que diseñaron un magnífico patio de operaciones rodeado de lesenas de mármol con capiteles corintios broncíneos y cerrado por una gran vidriera de Maumejean, y diez años después, entre 1954 y 1955, desmontaron el piso de ático y la torreta de la esquina para interpolar respetuosamente una nueva planta sin desfigurar el suntuoso alzado original.
A este edificio siguió la construcción del Banco Hispano Americano entre la carrera de San Jerónimo y la calle de Sevilla, realizada entre 1902 y 1905 por el arquitecto Eduardo Adaro (autor del Banco de España) combinando la sede bancaria en planta baja con el uso residencial en las plantas superiores. El edificio resultante presenta una gran fachada cóncava de desarrollo longitudinal hacia la plaza de Canalejas caraterizada por la extraordinaria riqueza de los oficios decorativos, como rejería o cantería, en la que colaboró el gran escultor José Alcoverro (autor de las estatuas sedentes de Alfonso X y San Isidoro en la escalinata de la Biblioteca Nacional), que aportó además las figuras de El Cálculo y La Economía que flanquean la puerta principal. Entre 1940 y 1944 el edificio fue ampliado por el prestigioso arquitecto bilbaíno Manuel Galíndez (especialista en arquitectura bancaria español y autor de la cercana sede Art Déco del Banco de Vizcaya en la calle de Alcalá), que no dudó en repetir a lo largo de la carrera de San Jerónimo el esquema compositivo ideado por Adaro, aunque en el interior implantó un soberbio patio de operaciones de doble altura, con pilastras marmóreas y capiteles corintios cerrado por una gran montera de vidrio. Sucesivas ampliaciones de este edificio implicaron la absorción en 1942 del antiguo Banco Sainz de la calle de Alcalá nº 12, un inmueble de 1885 que fue demolido para sustituirlo por la edificación actual, y al año siguiente del antiguo Credit Lyonnais del nº 8 de la misma calle con fachada a la carrera de San Jerónimo nº 7, construido por José Urioste entre 1904 y 1907, y remodelado para adaptarlo a su nuevo uso, creando un conjunto de enorme complejidad en su distribución que todavía se extendió con un nuevo edificio hasta el vecino nº 6.
A estas edificaciones hay que sumar además la antigua sede del Banco Zaragozano, diseñado en 1936 por el arquitecto Roberto J. Ochoa y terminado en 1943, que contiene las mejores rejerías exteriores e interiores Art‐Déco de Madrid, un friso escultórico del reputado escultor catalán Federico Marés en la fachada, y un magnífico techo‐vidriera del mismo estilo Art‐Déco cerrando su patio de operaciones.
La voluntad del Banco Santander (dueño final del conjunto tras la absorción de las diversas entidades que lo ocupaban) de obtener la máxima rentabilidad de su propiedad amenaza seriamente sus valores históricos y artísticos, pues ha obligado a retirar la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) que protegía el Banco Hispano Americano desde 1999, para otorgársela nuevamente reducida sólo a la fachada y algunos elementos de la primera crujía, de modo que pueda destruirse el soberbio patio de operaciones de Galíndez. Igualmente se ha reducido a la primera crujía la protección prevista en la incoación como BIC de La Equitativa; al tiempo que se modificaba el Plan General de Ordenación Urbana para permitir la agregación de parcelas (que estaba expresamente prohibida para evitar que se desvirtuase la interpretación arquitectónica individual de los edificios históricos), hay que sumar la presentación en los medios de un proyecto de conversión del conjunto en centro comercial y hotelero promovido por OHL (Villar Mir) y diseñado por el estudio Lamela, que pretende recrecer los edificios con hasta tres plantas de altura y modificar las fachadas (a pesar de la declaración BIC) mediante la retirada y traslado de rejas, la instalación de marquesinas, y la apertura de tiendas con sus correspondientes rótulos publicitarios; culminando así un expolio patrimonial expresamente penado en la Constitución.
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10. Puerta del Sol
La Puerta del Sol es el resultado de un larguísimo proceso constructivo que transformó un ensanche de arrabal, donde confluían las calles Mayor y Arenal en la puerta de muralla así nombrada, en el centro neurálgico de la capital; culminado entre 1857 y 1862 con la disposición semicircular actual que todos conocemos, que presenta la singularidad de ofrecer una imagen unificada a pesar de que los edificios
que la configuran fueron realizados por distintos promotores y arquitectos. Como corresponde a este prestigioso modelo, se diseñó con una gran sobriedad de mobiliario urbano, limitado a las farolas y la gran fuente decorativa central, pero prescindiendo de los árboles al modo en que lo hacen otras plazas europeas, desde la parisina Place Vendôme, a la romana Piazza Navona, o la mismísima de San Pedro, dominadas por su carácter arquitectónico. Por desgracia, con el tiempo este gran “salón” urbano fue desfigurado por la proliferación de instalaciones como salidas de metro, paradas de autobús, cabinas y quioscos, además de un creciente tráfico que obligó a ejecutar en 1950 una nueva ordenación con una isleta central con dos fuentes, y en 1986 una segunda que inició el proceso de su peatonalización definitiva, ampliada sucesivamente con el cierre completo al tráfico de las calles Montera y Arenal y el parcial de la de Alcalá. Como resultado fue nuevamente remodelada hace sólo cuatro años, por lo que resulta incomprensible que un Ayuntamiento endeudado, que tiene dificultades incluso para sufragar los servicios públicos imprescindibles, propicie una nueva reforma bajo el paraguas de un concurso de ideas promovido por el COAM, que parece únicamente esconder otra propuesta para privatizar un espacio público emblemático mediante la instalación de terrazas y chiringuitos turísticos.
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11. Teatro de la Comedia. Calle Príncipe.
El Teatro de la Comedia fue proyectado en 1875 por el arquitecto Ortiz de Villajos (autor del Teatro María Guerrero y del antiguo Circo Price) en el interior de un  inmueble de viviendas, por lo que su apariencia externa apenas denota la existencia de un edificio singular, aunque su interior destaca por la novedad de usar ligeros antepechos de fundición en palcos y graderíos, así como por su profusa decoración colorista de estilo neo‐árabe. En 1915, tras un incendio, el arquitecto municipal Luis Bellido reconstruyó en seis meses el interior respetando su decoración y configuración originales. Por su importancia arquitectónica está catalogado con la máxima protección, como Singular, en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid. En 2010 comenzaron las obras de rehabilitación y restauración con proyecto de A&N Araujo y Nadal arquitectos, que están a punto de culminar, pues ya se está reponiendo el lienzo de techo cuidadosamente restaurado en los Talleres Granda, pues según la licencia municipal concedida se deberán reponer todos los elementos decorativos que fue necesario desmontar para posibilitar los trabajos. Sin embargo, en este momento y dado el tiempo transcurrido no parece que las obras vayan a buen ritmo por la escasa dotación económica. Por ello causa sorpresa la convocatoria del concurso publicado en el BOE el pasado día 22 de octubre para “motorización y arrolladores de escenario” por importe de 2.500.000 €. ¿No es más importante completar la restauración de un edificio protegido que invertir esta enorme cantidad de dinero público en los accesorios de un teatro inacabado? Solicitada visita al INAEM con motivo de estas Jornadas no nos ha sido facilitada al estar el teatro en obras, pero según nos informa ese organismo, está previsto que la restauración finalice en junio de 2014.
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12. Museo Ambasz. Paseo del Prado.
Se trata de una desvergonzada propuesta realizada por el arquitecto argentino Emilio Ambasz, que ha pedido al Ayuntamiento de Madrid que le ceda un correctísimo edificio de los años cuarenta del pasado siglo en el Paseo del Prado y casi enfrente de el Museo homónimo, para que él pueda derribarlo y levantar allí a su costa (¡faltaría más!) “su” propio museo de la Arquitectura (cuyos fondos nos son desconocidos, pero que imaginamos serán las propias obras del promotor, que hace poco también expuso pagando de su propio bolsillo exposición y montaje, en el Museo Centro de Arte Reina Sofía). Sorprende que esta propuesta, que incide una vez más en la cesión a particulares de edificios y espacios públicos, haya sido bien recibida por una corporación municipal que mantiene cerrado desde hace años el antiguo Museo Municipal (actual Museo de Historia) con sus valiosísimos fondos de planos y vistas de la arquitectura madrileña.



13. Teatro Calderón. Plaza Jacinto Benavente.
El teatro Calderón fue construido entre 1915 y 1917 por el arquitecto Eduardo Sánchez Eznarriaga (especialista en esta tipología) como teatro Odeón, destacando por su atrevida disposición en diagonal (que sacaba el máximo provecho a un difícil solar romboidal entre la plaza de Benavente y la futura calle del Doctor Cortezo) y el uso pionero del hormigón armado en su estructura, así como por sus modernas instalaciones y su suntuosa decoración; por lo que mereció ganar uno de los tres premios concedidos por el Ayuntamiento de Madrid a los mejores edificios terminados en 1917. Al año siguiente pasó a manos del Centro de Hijos de Madrid, que lo rebautizó como teatro del Centro, obteniendo su actual denominación de teatro Calderón tras un nuevo cambio de propiedad en 1927. Sin embargo, a pesar de su valía arquitectónica y su ya larga historia, en la actualidad presenta un aspecto lamentable, habiendo perdido muchos de los elementos decorativos originales, como la escultura que coronaba la fachada a la plaza de Benavente, casi toda la ornamentación del torreón de esquina o la balaustrada perimetral del balcón del piso principal, desmontada a raíz de un trágico desprendimiento en 1999, sin que las administraciones ni la propiedad muestren el menor interés por recuperar en su integridad el aspecto original de esta joya arquitectónica.



14. El Imparcial. Calle Duque de Alba
La sede del periódico El Imparcial fue levantada entre 1911 y 1913 por el arquitecto Daniel Zavala para sustituir otra inaugurada pocos años antes ‐en 1889‐ en la calle de Mesonero Romanos, que tuvo que demolerse con motivo de las obras de apertura de la Gran Vía. El nuevo edificio en la calle del Duque de Alba contaba con una parte de oficinas y representativa hacia la calle y amplios talleres para las rotativas en un patio cubierto interior, que en 1933, tras el cierre definitivo del periódico, fue remodelado para acoger una sala de cine, conservando los muros perimetrales y la volumetría original.
En la actualidad se ha presentado una solicitud para demoler esta sala cinematográfica y sustituirla por un inmueble de cuatro alturas y uso terciario, lo que supondría una nueva merma en el número de espacios culturales de nuestra ciudad y una inevitable afección a su patrimonio histórico pues no sólo se vería afectada la imagen del propio inmueble (catalogado con nivel 1 de protección, grado Integral), sino de otros colindantes, como la Casa de la Duquesa de Sueca.



15. Casa de la Duquesa de Sueca
Este edificio es la única obra conocida del arquitecto neoclásico Antonio de Abajo (discípulo y colaborador habitual de Juan de Villanueva), y fue construido en 1791 como escuela para “los hijos de los criados de S.M” en los terrenos de los Reales Estudios de San Isidro (antes Colegio Imperial de los jesuitas y luego Instituto de San Isidro), pasando posteriormente a propiedad de los Duques de Sueca que le han dado su nombre popular; aunque ya en 1836 recuperó su uso docente, primero como “Escuela normal de enseñanza mutua” y luego como “Colegio de Humanidades de Francisco Serra” hasta 1857; acogiendo desde 1859 y hasta más allá de 1900 el primer cuartel madrileño de la Guardia Civil. Reconvertido en inmueble residencial, su mal estado de conservación unido a su gran valor histórico‐artístico propiciaron su expropiación por el Ayuntamiento en 1998 –hace ya quince años‐, sin que desde entonces se hayan ejecutado las imprescindibles obras de rehabilitación que garanticen su integridad constructiva, más allá del apeo y apuntalado de muros y forjados. Como resultado, este mismo año se inició un expediente de ruina para permitir el derribo de algunas partes del inmueble a pesar de contar con protección Integral en el PGOUM; habiendo sido paralizados los trabajos por orden judicial.
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16. Campo de la Cebada
El Campo de la Cebada ocupa el solar del antiguo polideportivo municipal de La Latina, obra de 1968 del arquitecto Antonio García de Arangoa, que fue precipitadamente demolido en 2009 para dejar paso a unas instalaciones nuevas que nunca llegaron a construirse. Ante la situación sobrevenida el Ayuntamiento ha optado por integrar la nueva dotación dentro de un nuevo y enorme centro comercial cuya construcción exige demoler el vecino mercado de la Cebada, levantado entre 1959 y 1962 por el arquitecto José Mª Martínez Cubells con el propio Arangoa para sustituir al magnífico mercado de hierro construido entre 1868 y 1875 ocupando la plaza de la Cebada, un gran espacio público abierto de origen medieval, que de realizarse la propuesta municipal pasaría a ser definitivamente privatizado, al igual que los mercados de San Antón o Barceló, pero con la diferencia de que éstos se levantaron sobre solares urbanos y no en plazas públicas. A esta operación se oponen diversos colectivos y grupos vecinales que no entienden la necesidad de demoler una infraestructura todavía en buen estado ‐y de gran interés constructivo gracias a sus bóvedas baídas de hormigón pretensado‐ y que puede remodelarse para adaptarla a los nuevos tiempos, ya sea con su uso actual o atendiendo a otras necesidades. Pues si el modelo de los mercados de abastos municipales ha quedado obsoleto –según el Ayuntamiento‐ ante la competencia de las grandes superficies hasta el punto de que muchos están abocados al cierre por falta de demanda, ¿qué sentido tiene construir sobre un espacio público un centro comercial que ya no es necesario, puesto que los vecinos se abastecen en los ya existentes en el barrio y por eso han dejado de acudir al mercado? ¿No sería más lógico en este caso rehabilitarlo para acoger el uso deportivo desaparecido, incluso combinado con una galería comercial de pequeños puestos adaptada a la reducida demanda actual? En cualquier caso, no deja de resultar un derroche económico en tiempos de penuria, y una agresión medioambiental innecesaria, el derribo de edificios aprovechables y con interés arquitectónico para sustituirlos por otros a la moda, pero que con el tiempo también caerán en la obsolescencia; sin que tampoco se entienda el interés municipal por promover centros comerciales privados en edificios y solares públicos y fuera de las leyes del mercado, en lugar de atender a las necesidades culturales, educativas, o sanitarias que sí son de su incumbencia.
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17. Vistillas. La Cornisa
Los jardines del Seminario Conciliar, donde la Iglesia pretende construir con la connivencia municipal un conjunto de equipamientos que ha sido bautizado popularmente como el “minivaticano”, son quizás los más antiguos de Madrid junto con los de la cercana Casa de Campo, pues ya en 1563 están documentados como propiedad de la princesa de Melito, formando desde entonces parte indisociable de la cornisa urbana que define el paisaje madrileño desde el Oeste. Sin embargo, su máximo esplendor sólo lo alcanzaron a finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX, cuando se convierten en el primer jardín de estilo paisajista de la capital, trasunto urbano de la finca que sus propietarios de entonces, los Duques de Osuna, poseían cerca del pueblo de Barajas, conocida como El Capricho o La Alameda de Osuna; presentando ambos innumerables similitudes en trazas, edificaciones, materiales y plantaciones. Además, el cierre perimetral de la finca, situada en el borde mismo del casco urbano, constituye el tramo más antiguo, extenso y mejor conservado de la Real Cerca de Felipe IV que circundaba la Villa y Corte, contando con la más elevada protección legal, que comparte con edificios vecinos como la capilla de la Venerable Orden Tercera, el templo de San Francisco el Grande (cuyo convento yace arruinado y sin excavar bajo una dalieda creada apresuradamente para favorecer la operación eclesiástica), o el propio Seminario. Hace dos años se pidió la declaración BIC del jardín del Seminario y su entorno, sin que se haya iniciado la menor acción en ese sentido por la Dirección General de Patrimonio Histórico, alegando que el Plan para construir sobre el jardín está pendiente de la sentencia del Tribunal Supremo sobre un recurso de casación interpuesto por el Arzobispado y el Ayuntamiento contra el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que declaró por dos veces ilegal el Plan ante dos demandas presentadas por la Asociación de Amigos de la Cornisa Vistillas y por el PSOE de Madrid.
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18. Puerta del Rio. Casa de Campo.
Con la atolondrada operación de soterramiento y mejora del tráfico rodado enmascarada bajo el nombre de Madrid Río se produjo una grave afección a los límites de la Casa de Campo, pues la nueva vía subterránea modificó por completo –realzándola‐ la cota del terreno que bordea el antiguo cazadero real. Como consecuencia quedó a un nivel inferior la antigua puerta de entrada a la posesión desde el puente del Rey, proyectada para José I Bonaparte por el gran arquitecto neoclásico Juan de Villanueva (autor del Museo del Prado y el Oratorio del Caballero de Gracia) dentro de un ambicioso esquema que conectaba este parque con el Campo del Moro mediante un túnel bajo el paseo de la Virgen del Puerto, que se prolongaba por un puente privado sobre el lavadero de la Reina (obra también de Villanueva) y el río Manzanares; y que fue definitivamente llevado a la práctica por su discípulo Isidro González Velázquez (autor del Obelisco del Dos de Mayo en el Paseo del Prado). Para resolver la situación, se autorizó en 2009 el traslado y la modificación de la antigua puerta, que en 1934 había sido ampliada hacia el Sur –triplicándola‐ por el arquitecto Manuel Álvarez Naya para permitir el acceso a la antigua posesión real tras ser cedida en 1931 al pueblo de Madrid por la Segunda República, y que en 1948 había incorporado a ambos lados los pilonos que antaño sostenían la reja de cierre del puente. De este modo se modificó completamente el trazado original, pues sólo se conservaron las pilastras del antiguo cierre, pero desplazándolas para colocarlas formando un absurdo semicírculo en el extremo del puente, perdiendo en el proceso las magníficas rejas de forja (incluida la decimonónica original de González Velázquez), las curiosas farolas republicanas (idénticas a las fernandinas pero rematadas por corona almenada en vez de real), e incluso los pilonos cilíndricos antes citados, que yacen olvidados en los talleres municipales de cantería. Además hay que reseñar el abandono en que yace la propia casa que dio nombre al lugar, y que es el antiguo palacete renacentista comprado a los Vargas por Felipe II, reformado por el arquitecto italiano Francisco Sabatini (autor de la Puerta de Alcalá) para Carlos III, sin que tampoco prospere la definitiva restauración de las vecinas grutas (únicas en nuestro país) emprendida en 1996, ni la del hermoso jardín del Reservado, propuesta desde 1990.
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