17 de septiembre de 2012

“La Prosperidad 1862-2012″, historia de un barrio de la periferia temprana de Madrid.


Portada del libro “La Prosperidad 1862-2012″, historia de un barrio de la periferia temprana de Madrid.



Acabo de leer la excelente monografía que sobre el barrio de la Prosperidad, la Prospe para los iniciados, ha escrito mi buen amigo Enrique F. Rojo. Si alguien, sin ser historiador profesional, estaba en condiciones de asumir ese reto, ese alguien es precisamente Enrique.

 A través de su blog URBAN IDADE- uno de los mejores blogs de temática urbana, arquitectónica y ciudadana de Madrid- ha venido recibiendo informaciones y confidencias de los vecinos del barrio y ha podido proveerse gracias a ello de un relato emocional que está en la base de su proceso de elaboración posterior del libro. Sin ese sustrato sentimental, sin esas conexiones humanas el libro no hubiera dejado de ser un reportorio frio y académico. Al haber anclado su historia en las vivencias y en los recuerdos de decenas de corresponsales y confidentes Enrique ha logrado presentar una crónica fiel y amistosa de la historia y la vida del barrio de la Prospe.

Nací en la frontera oeste del barrio de la Prosperidad en años en los que la actual calle de Príncipe de Vergara- entonces General Mola- no existía más allá del paseo de Ronda. Era aquel espacio imposible casi la única vía de comunicación con el resto del barrio. Solares, viejas vaquerías arruinadas, descampados y poco mas. La vida de los vecinos de aquellas pocas casas que se encontraban, algunas todavía subsisten, en los pares de Francisco Silvela, en el tramo comprendido entre la Avenida de América y la glorieta de López de Hoyos, entonces Ruiz de Alda, se vinculaba mas a los barrios de Salamanca y de la Guindalera, incluso, que a las de la Prospe. Los niños estudiábamos en colegios como el grupo escolar General Mola y las amas de casa compraban en mercados como el de la calle Diego de León. Además todavía no existía la tremenda barrera del túnel excalectric que secciona tan cruelmente la calle de Francisco Silvela entre sus aceras pares e impares. Teníamos incluso un hermoso bulevar tanto en el propio paseo de Ronda como en General Mola.

La Prospe no dejaba de ser para nosotros un espacio ignoto del que llegaban turbas “enemigas” de niños dispuestos a combatir en peleas a pedradas en los descampados traseros a nuestras casas. Los de Silvela 104 al 110 solíamos ser aliados de los niños de la colonia del Pilar, esponjoso espacio reticular que por cierto también suponía una frontera con el resto de la Prosperidad. Y nuestras fiestas eran las de la colonia celebradas, como era lógico, el 12 de Octubre, Día del Pilar y entonces creo que fiesta nacional.

Fue ya mas tarde cuando por razones de militancia política en la transición y de vivir en casas menos periféricas del barrio- calles Clara del Rey y Sánchez Pacheco- logré conocer a las gentes y la idiosincrasia de la Prospe. Recuerdos muy vivos de la actividad en torno al famoso centro de mandos José Antonio, del Ateneo Libertario, de los sábados políticos en la Plaza de la Prosperidad. De los conciertos en los garitos del barrio allá por las alturas de Eugenio Salazar. De los mítines en el parque de Berlín. De la casa de la calle Nieremberg donde vivía Gabriel Celaya y su mujer Marichu. De las reuniones, largas, a veces tediosas, del local del PCE de la calle Constancia. De tantos amigos vivos y muertos. De Paco el taxista. De los gemelos de Bilbao, los hermanos Prieto. De Pedro, Carmela, Sagrario. De tantas noches de vino y de baile. De exaltación y depresiones posteriores..Mucha vida.

Mucha vida que ha retornado a mí en forma de recuerdo gracias al libro de Enrique. Por cierto que en el libro uno se entera que muchos de los fundadores de la Prosperidad, de aquellos especuladores de suelo adelantados del modelo de desarrollo capitalista madrileño que tanto hemos sufrido, procedían de Chamberí. O que las fiestas tradicionales de la Prospe eran las de la Virgen del Carmen, como en Chamberí -¿una casualidad?- hacen posible y lógico que esta pequeña reseña del libro de Enrique sea traída a este blog dedicado al barrio de Chamberí, donde vivo desde hace ya mas de dos décadas.

Si quieren ustedes comprar el libro pueden hacerlo de dos formas: comprándolo al autor en su blog o en la librería El Buscón, de la que fui socio durante unos cuantos años, en la calle Cardenal Silíceo.

Felicidades Enrique. Y a la espera de nuevos libros nacidos de tu pluma y de tu cámara fotográfica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por tan entrañable reseña.
Un saludo,
Enrique

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